sábado, 8 de octubre de 2016

SOBRE LA AYUDA HUMANITARIA EN EL BAJO MARAÑÓN: diez puntos para actuar rápidamente y pensar despacio

Iquitos, 8 de octubre de 2016

Después de un derrame, como los sufridos en las comunidades nativas de Monterrico y Nueva Alianza, en el distrito de Urarinas, provincia y departamento de Loreto, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en setiembre 2016, es necesario proporcionar agua, sobre todo agua, pero también alimentos y medicinas. Ahora bien,  es preciso intervenir rápido y realizar una reflexión más en profundidad. Cuando se entregó ayuda humanitaria, como en Cuninico, sólo se ha repartido para calmar los ánimos y disminuir la protesta. Esto nos parece un error, porque no tiene en cuenta las percepciones locales. Por lo tanto, hay una dirección de ida, pero no de ida y vuelta: una alimentación, medicina… culturalmente occidental, no intercultural.


Desidia es la palabra que utilizamos para indicar que a pesar de haber pasado más de un mes del derrame en Nueva Alianza, no han recibido ni una gota de agua. De igual modo Monterrico. Este despropósito sólo aumenta los niveles de rabia, esa que después les da miedo a los mandatarios. Sólo se nos ocurren un par de explicaciones a esta inacción: por un lado, discriminación: no nos conmueve el dolor de los otros, menos cuando son indígenas; por otro lado, si no sale en los medios de comunicación, no existen.


11.       La ayuda humanitaria debe ser insertada en un relato más amplio. No es un concierto de rock tipo “Aid for Africa”, que sólo sirve para que las estrellas brillen, pero no para solucionar la crisis humanitaria. Es preciso un relato más amplio que se sostenga en el tiempo y que nos lleve a pensar en una ciudadanía consciente. No olvidemos que en demasiadas oportunidades termina por convertirse en un “don que hiere”.

2.       La ayuda humanitaria tiene un tiempo determinado. Ahora necesitan agua, alimentos, medicinas… Hay que pensar en la post-ayuda. De ahí la importancia de un relato más amplio. Pasada la emergencia continúan necesitando agua potable, algo de lo que carecen la amplia mayoría de las comunidades. Recordamos de pasada que uno de los índices para medir los niveles de pobreza es el acceso al agua potable.

3.       Es preciso abordar bien los temas. El agua está matizada culturalmente. Desde la escuela nos dicen que el agua es incolora, inodora e insípida. Pero los kukama consideran que el agua debe tener sabor (a agua, que los occidentales podemos identificar cuando tomamos agua en estas comunidades con una mezcla de sabor entre barro y río), algo de color (tirando a marrón si proviene del Marañón o a oscuro si es de quebrada) y algo de olor (a río o quebrada).

4.       Los alimentos tampoco son ingenuos. Detrás está el cambio alimentario. Son las madres las que introducen los sabores a sus hijos. Y los sabores nuevos siempre son difíciles de digerir. Hay que tenerlo en cuenta. Es necesario conocer lo que se entiende por “comida”, “comida verdadera” en las  comunidades. Por ejemplo, el atún se puede comer un día, pero una dieta sostenida en el atún no es “comida verdadera”. De ahí a que se rechace, va un paso. Y es posible que termine malvendiéndose en alguno de los mercados urbanos. Pero también es necesario anotar que los niveles de mercurio en atún es alto.

5. La comida vehicula afectos. Cuando las madres de familia alimentan a sus hijos no los nutren únicamente, sino que está incluido en una suerte de cuidado que establece lazos muy fuertes. Por tanto, es preciso que cada madre cocine para sus hijos. (Ya podemos percibir el daño que causa Qali Warma).

6.       Surgen nuevas consecuencias indeseadas: la basura. Enlatados, botellas, plásticos… que llegan a las comunidades y no hay lugar donde depositarla. Es un problema gravísimo en selva baja donde ni siquiera la ciudad de Iquitos tiene un relleno sanitario en condiciones de ley. ¡Una vergüenza!

7.    No puede haber ayuda humanitaria sin atención en salud. Sarpullidos, diarreas… y las enfermedades propias de estos casos deben ser atendidas con rapidez. Pero no es suficiente. La salud no es únicamente ausencia de enfermedad. Se precisa atención especializada. El Centro de Salud más cercano a Monterrico y Nueva Alianza dista 3 ó 4 horas de bajada y 5 ó 6 de surcada. Ningún doctor les visita: ni semanal ni mensual, ni semestralmente.

8.      Un derrame de crudo supone un impacto gravísimo a la humanidad de estas comunidades: es impactado su medio ambiente, su pesca como modo de vida, su cosmología, sus relaciones sociales con la cantidad de gente extraña que llega a la comunidad, aumentan los niveles de stress… Por tanto, es preciso información de calidad, acompañamiento en salud mental. Añadimos una atención a los niños y niñas que sufren viendo a sus padres preocupados y no comprenden lo que está pasando. Salud mental intercultural, ¡por si acaso!

.9.       Es impensable que se esté de acuerdo en distribuir la ayuda humanitaria y no haya datos oficiales de las comunidades: cuántas comunidades hay, dónde están situadas, cómo se llega a ellas, cuánta población diferenciada por edades y sexo tienen, situación cultural… Es impensable. Esto sólo refleja una desatención y desmembración del Estado brutal. Y una falta de interés político en la ayuda humanitaria, aunque nadie en su sano juicio se atreva a cuestionar. Es más fácil, para el Perú, enviar algún avión de ayuda humanitaria a cualquier lugar del mundo que precise de ayuda humanitaria, que atender la crisis humanitaria de las poblaciones afectadas por la actividad petrolera.

110.   Regresamos al relato. En nuestra opinión no se trata de ofrecer ayuda humanitaria y olvidarse. Al contrario, debe servir para trabajar por una ciudadanía consciente. De no ser así, será contraproducente.
En junio 2014, sucedió el derrame de petróleo en Cuninico. En aquella oportunidad se distribuyeron agua y alimentos. La gente interiorizó que el agua de la quebrada y del río está contaminada y no se puede tomar.  ¿Y al concluir la ayuda? Continúan tomando agua del río, pero ahora con la percepción de que está contaminada. Una ayuda humanitaria puntual, sin estar insertada en un relato más amplio, no crea ciudadanía y hace daño.

Nueva Alianza y Monterrico han tenido un derrame en setiembre 2016, todavía no han recibido ayuda humanitaria. Pero han interiorizado, a partir de Cuninico, que cuando sucede un desastre de este tipo hay que recibir agua y alimentos, que no llegan. Los niveles de stress se disparan. La compañía, la confianza, la cercanía de las autoridades pudieran hacer mucho más llevadera esta crisis humanitaria. En esto nos jugamos el sentido de lo humano y el concepto de comunidad, si es que significa algo todavía.

Sigamos la ruta de abajo hacia arriba, con las comunidades intermedias: San Pedro (derrame en noviembre 2014), Cuninico (derrame en junio 2014), Urarinas, Nueva Santa Rosa de Urarinas, Nueva Alianza (derrame en setiembre 2016) y Monterrico (derrame en setiembre 2016). Como podemos ver, Urarinas y Nueva Santa Rosa están en medio de los derrames. ¿Y las comunidades que están en la otra orilla del Marañón como San Antonio, San Francisco y las demás?

Terminamos sugiriendo que tiene que haber una “ayuda humanitaria diferenciada” por comunidad. Todos han sido impactados, pero no todos en la misma medida. De ahí lo de “diferenciada”. Y proponemos, para concluir, que el distrito de Urarinas, desde Saramurillo - San José de Saramuro aguas arriba, debería ser declarado en emergencia ambiental y social.

Pudiera dar la sensación que con todos estos puntos es difícil intervenir. Cierto, es difícil, pero hay que hacerlo. Pretendemos contribuir a la reflexión común y ayudarnos a todos a intervenir de la forma más adecuada. Por tanto, estamos abiertos a críticas que sirvan para mejorar el interés común. Es probable que sucedan más derrames. Deberíamos ir aprendiendo algo. No podemos actuar en todos con sorpresa, como si fuera la primera vez. [Cabe señalar que involucrar a las comunidades en el monitoreo del Oleoducto es impostergable].

Somos conscientes que el gobierno es nuevo y necesita tiempo. Pero, señores, esto no es cuestión de gobierno, es política de Estado.

[Nota: Saramurillo representa, en nuestra opinión, un gran desafío. Ya tenemos redactada una nota que pronto distribuiremos].


Manolo Berjón 
Miguel Angel Cadenas

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